...ya huele, ya viene

Madrid, Gran Via.

Siete menos cuarto de la tarde...

Inspiro, espiro, inspiro espiro....

Ya lo noto, ya huele.

El humo es diferente, sigue saturado de coches, polvo, gasolina, Plaza de España... lo que es el Madrid Habitual. Pero se nota más el frío. Ese extraño 'olor' por llamarlo de alguna manera, que no hay climatizador que simule. Esa humedad y ese hielo que se te cuela.

Inspiro, espiro, inspiro...

Huele a otoño, como no; pero empieza el frío. El viento sopla más fuerte, llevando olor a ¿castañas? Sí, castañas. Y también boniatos y mazorcas, recién sacados de las brasas en un fuego de esquina.

Inspiro, espiro...

Veo los cables en los postes; esperando hacer brotar luces de navidad que hacen soñar a los niños pequeños, y no tan pequeños. Oigo obras cerca de El Corte Inglés, preparando Cortilandia, mi pequeño pedazo de felicidad infantil con fecha de caducidad.

Inspiro, espiro...

Tal vez se hayan desvirtuado, comercializado, cazado y vendido en cachitos con un tique pegado en un lateral con el precio borrado. Pero como un gigante lento se acerca la navidad. Con todo lo que eso conlleva. Con todos los recuerdos que me traen, con todos los sueños que aparecen.
Los que me conocen saben que odio ese consumismo ingrato que nos bombardea cada vez antes, que la felicidad impuesta (porque sí, porque es navidad) no me va nada.
Pero como en todo, siempre hay un poquito de algo que te hace sonreír. Porque si, no solo por las fechas.

A ti te corresponde encontrarlo.


Inspira, espira.


(dedicado a Mei, que dios sabe el motivo por el que me lee. Recuerda, navidad es lo que tú quieras que sea)